11.23.2012

Siguiendo los consejos de Titae





Por Ajenjo

El escritor Víctor Rojas decidió acompañarme al recital que dieron Los Tres en el Teatro Municipal deValparaíso, y lo cité a las 20 horas, enel bar Renato, para que calentáramos motores con un ron. Llegué primero y me bajé un tragullo en la barra, que estaba bueno, bonito y barato (2.400 pesos). El local tiene una tele que emitía un partido de Iquique contra un equipo cuyo nombre no puedo recordar. Había un jugador con el nombre y apellido de mi hijo yme entretenía con el relato del periodista deportivo.
Caminamos por PedroMontt hasta llegar al recinto porteño, donde el grupo LosTres daría un recital acústico.
Nos conseguimos unas entradas al final del palco y cuando comenzó el espectáculo saqué mis tradicionales petacas del bolsillo y pudimos observar el show con varios tragos del dorado licor cubano.
El show estuvo bueno, pero yo conozco sólo los primeros discos de Los Tres. Después no los seguí escuchando, y tocaron varias canciones que eran desconocidas para mi. Se proyectaban películas en las paredes, que estaban bastante entretenidas. Incluso se tocaron una canción que tenía pedazos de frases de Pinochet.
Ala salida decidimos seguir los consejos del bajista de Los Tres: Titae. Lo había entrevistado en la semana y me dijo que “ahora enValparaíso la lleva El Rincón de lasGuitarras”.
Partimos a ese local de calle Freire, que estaba repleto de gente que cantaba y disfrutaba de la buena música.
Nos sentamos en la barra a beber un ron yme percaté que los dueños del local habían pegado la entrevista a Titae en una pared. Con mi alcohólica voz le dije a una señora detrás de la barra: “yo escribí esa nota”. La mujer me agradeció yme dijo que hace como cinco años había aparecido El Rincón de las Guitarras en una columna en La Estrella firmada por una persona de nombre Ajenjo.
“Ese soy yo”, le dije modulando al ritmo del ron y la señora nuevamente agradeció la publicación.
Titae tenía razón, El Rincón de lasGuitarras la está llevando.
Se nota en la piel la buena onda de los parroquianos y hay cuecas sonando durante gran parte de la noche. Es como caer en una máquina del tiempo y pasar a un Valparaíso histórico, bohemio, y de largo carrete.
Salimos como botón de camisa del local y nos fuimos a comer unos sanbiruches a esos carritos de Bellavista.
Nos despedimos junto ami amigo, mientras en mi cabeza todavía rondaba la canción: “un amor violento nos deslumbró, un amor violento nos fulminó...”.

ajenjoverde@hotmail.com

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