Los textos de "El fondo tiene un vaso" han sido y se siguen publicando en el diario "La Estrella de Valparaíso" (www.estrellavalpo.cl) todos los viernes y consisten en una crónica urbana, personal y literaria de la actual bohemia de este puerto chileno. En el periódico se editan bajo el título de "Crónicas de Medianoche". Se publican hace nueve años.
11.30.2012
Realismo mágico en Valparaíso
Por Ajenjo
Mi cuñada y su novio, santiaguinos por esencia, llegaron a Valparaíso a visitarnos. En la noche, luego de comer mi ultimo invento, ñoquis tres estaciones, partieron hacia el centro de eventos El Huevo, a escuchar un grupo de reggae y zangolotear el cuerpo bailando sin cesar.
Llegaron comoa las cinco de la mañana y a la hora del desayuno nos contaron que estaban impactados con un grupo de enanos que también había decidido ir de parranda a El Huevo y bailaban y festejaban como locos.
“Eran como siete y tomaban como cosacos. Bailaban entre ellos o con personas altas y le ponían todo el empeño posible. Andaba uno que sale en el programadel Kike Morandé y era como el jefe.Todos se movían juntos y andaban de sala en sala, bailando todos los ritmos y bebiéndose todos los tragos”, relataba la impactada pareja. El público de El Huevo actuaba frente a ellos en forma normal, “pero era todo un espectáculo verlos, ya que se rajaban bailando reggaetón y cumbia”.
Les dije que así era Valparaíso, extraño, como una novela de realismo mágico de la década del 70, donde todo puede pasar (bueno y malo) y a cualquier hora.
El lunes pasado, y todavía pensando en los enanos, salí de la pega como a las 10 de la noche y me encontré, en la calle Esmeralda con el tremendo funeral de Bomberos. Unos 200 efectivos, todos con antorchas y trajes de gala, desfilaban lentamente.Varios carros bombas los acompañaban y en uno, que iba al medio del cortejo, iba el cajón con el difunto.
Los bomberos enfilaron por la Subida Ecuador, camino al cementerio.Todo el mundo se quedaba callado con el paso del singular desfile. Muchos aprovechaban a sacar fotos con sus celulares. El espectáculo era sobrecogedor, incluso a mi me dio hasta un poco de miedo, ya que la calle estaba oscura, encajonada, y las antorchas emitían un singular brillo.
Al final terminé en el bar Moneda de Oro pidiendo un ron con coca cola, mientras le relataba todos estos hechos a los parroquianos. Muchos me miraron con poca cara de asombro, como si lo que describiera fuera normal en esta ciudad.
A veces pienso que aquí están todos locos y que soy uno más de esta gran banda de chiflados.
ajenjoverde@hotmail.com
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