11.21.2005

Camino al baile de la tierra


"Llueve sobre la ciudad, porque te fuiste ya no queda nada más. Llueve sobre la ciudad y te perdiste junto a mi felicidad"
Los Bunker

Armar una carpa dentro de una casa es algo extraño, pero es el
único método que tengo para probar que el iglú tenga todas sus
piezas: cordeles, fierritos, varas y ningún orificio extraño.
Tengo que asegurarme que soy capaz de armarla sólo con la ayuda
de mi hijo de cinco años, quien será mi acompañante en Earthdance,
una fiesta por la paz mundial y la música electrónica de tres
días de duración en la Isla de Maipo, en Santiago.

Esta es como la octava versión de esta curiosa fiesta que parte
hoy y es la primera vez que asisto. Sólo tengo algunas versiones
distorsionadas de amigas que han participado, además de la página
web (www.earthdance.cl) que muestra un lugar bastante paradisíaco.
Sólo la idea de acampar para mí ya es bastante freak. El tener
que dormir en un lugar sin televisión, videograbadora y dvd,
será una experiencia casi traumática para mi hijo y yo. Pienso
que a las diez de la noche caeremos en una crisis epiléptica.
Ojalá que no y estoy seguro que los organizadores de la fiesta
deben tener entretenciones visuales para los adictos a los rayos
catódicos.

Siempre las experiencias de campamento son divertidas. En la
juventud están asociadas a la libertad absoluta, sin padres,
sin profesores. Sólo los amigos y las amigas.
Durante varios años acampé en Bahía Inglesa, donde la playa Las
Machas nos acogía cariñosamente sin pagar un peso. Nuestra época
preferida eran las vacaciones de invierno. Armábamos la endeble
casa y nos largábamos a carretear por horas. Llegaban santiaguinas
de otras carpas y con guitarra en mano y decenas de botellas
de cerveza, vino y pisco, la noche se hacía eterna. Eramos hippies
que podíamos cantar una canción de Silvio Rodríguez, Sui Generis,
Slayer y Ozzy, sin caer en ninguna contradicción vital.

Uno de los problemas más frecuentes de la carpa es el baño. En
Bahía Inglesa ocupábamos el del camping oficial. Entrábamos por
la puerta principal, toalla y caluga de shampoo en una mano,
y con cara de que éramos turistas que acampábamos en ese caro
lugar, nos duchábamos y usábamos la querida taza del water.

En el colegio, y asistiendo a unos campamentos de formación en
Colliguay, la situación se tornaba más compleja. Había que hacer
las necesidades básicas en letrinas inmundas o a campo traviesa.
Una vez nos escondimos en la letrina y le tomamos fotos a todos
los compañeros en cuclillas. Los curitas, que sobrevigilaban
el campamento, me quitaron y velaron el rollo de la cámara.
Otra noche de broma salimos y a la carpa del frente le cortamos
todos los vientos. Se vino al suelo, mientras cinco amigos dormían
plácidamente. Durante varios días mantuvimos el secreto hasta
que una de las víctimas se vengó radicalmente. Nos levantamos
y nos encontramos con una bola de caca en la entrada. Los chistositos
habían ocupado de letrina la puerta y como la carpa era mía,
tuve que limpiar rodeado de risas y vergüenza.

Ahora, después de muchos años, vuelvo a acampar. Ahora con un
hijo, más cansado, más carreteado; pero con mucha más experiencia
que la gran mayoría de jovencitos y jovencitas que estarán bailando
frenética y compulsivamente por tres días.

ajenjoverde@hotmail.com

2 comentarios:

Carla dijo...

Me encontré con tu blog sin querer. Soy de la V región, ahora vivo en Stgo., y leer tus historias me hace estar allá, que es donde gran parte de mi tiempo me gustaría estar.
Me gustaría poder contactarme contigo, te parece?.
2 cosas antes de cerrar:
1) Las viñamarinas también somos choras, sobretodo cuando se llevan años yendo y viniendo del puerto.
2) Yo también fui a ver la película "EL Aura", el día de la inaguración del Festival. No dormí por respeto al cine latinoamericano, pero más tarde me arrepentí de no hacerlo hecho...

Carla dijo...

Yo de nuevo... gracias por tu comentario!!!.
Te mandé un correo a la dirección que posteas aquí. Espero tu respuesta. Saludos.